¿Cómo nos podemos proteger del sol?

Estamos ya en verano y una de las mayores preocupaciones de muchas personas en cómo evitar los efectos dañinos del sol en la piel. El sol es fuente de vida y lo necesitamos por sus beneficios para el cuerpo, para los huesos concretamente, para poder sintetizar la vitamina D (que fija el calcio y el fósforo), e incluso para nuestra salud mental, ya que aporta un estado de bienestar, pero debemos tener en cuenta que también es perjudicial para nuestra piel y que es conveniente tener cuidado con nuestra exposición a esta estrella.

Los médicos suelen comentar que la piel tiene memoria, y que lo que hagamos a lo largo de nuestra vida terminará por reflejarse. Donde hoy vemos una pequeña quemadura mañana puede que haya manchas en esa parte de la piel (fotoenvejecimiento) o lo que es peor, que acabemos afectados por un cáncer o melanoma, de tanta incidencia en la sociedad actualmente.

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Acude a tu farmacéutico para que te asesore acerca de qué tipo de fotoprotector le conviene a tu piel.

Lo mejor, como se suele decir, es prevenir antes que curar, así que desde este artículo os vamos a explicar un poco cómo podemos protegernos del sol. Lo primero que debemos comprar es un buen fotoprotector que sea el adecuado para nuestro tipo de piel y que nos ayude e prevenir los efectos nocivos de la radiación solar. Lo más conveniente es acudir a una farmacia como Labandeira y que nos asesore un profesional.

Principalmente tenemos que distinguir que no debemos utilizar las mismas cremas protectoras para el cuerpo como para la cara y que debemos usarlas siempre, ya que la radiación UVA (actúa sobre la melanina de nuestra piel provocando pigmentación de forma de directa) y la UVB (actúa estimulando la síntesis de nueva melanina que va a llegar a la epidermis, la cual se oxidará y aparecerá así el bronceado) no solo nos afectan los días que hay sol, sino que traspasan el vidrio y las nubles la primera, por lo que también nos llega en los días nublados y cuando vamos conduciendo, y las nubes en el caso de la segunda. Por lo tanto, lo más conveniente es encontrar un protector que proteja contra ambos tipos de radiación.

El número de factor que aparece en los envases de los protectores lo que indica es el número de veces que multiplica la protección de nuestra piel durante la exposición a la radiación. Según nuestro tipo de piel necesitaremos un factor diferente. Por ejemplo, las personas extremadamente sensibles o sensibles, con una piel clara e incluso con pecas, necesitan factores de 50 o por encima de esta cifra. Además, es conveniente que utilicen prendas como sombrero o gorra y gafas. En el caso de los primeros, es preferible el sombrero que nos tape la nuca y las orejas. Asimismo, las gafas han de ser buenas y las adecuadas. Más que en la marca, debemos consultar con nuestro óptico la calidad de los cristales de las mismas.

Para las personas con una piel ligeramente morena, con menos tendencia a quemarse y que sí se ponen morenas durante la exposición, su factor estará entre el 30 y el 50. Pero al igual que en los dos casos anteriores, es bueno que se protejan también con prendas que eviten la radiación directa sobre la piel.

Lo mismo está indicado para las personas con pieles bastante resistentes a la radiación, morenas o muy morenas. No obstante, les bastará con factores entre 15 y 25. Para el caso de las personas de piel negra, entre el factor 6 y el 10 será suficiente para su protección, aunque es conveniente no arriesgar y utilizar prendas protectoras, así que no exponerse al sol en las horas más fuertes de radiación.

En el caso de las mujeres embarazadas, es conveniente usar un factor bastante alto de protección, ya que durante el periodo de gestación aumenta la tendencia a aparecer manchas en la piel. Los niños son también un grupo delicado, y hasta los 15 años es mejor que limitemos su exposición, ya que su piel es mucho más sensible. En el caso de los bebés, lo mejor es no exponerlos.

Es conveniente además tener en cuenta otros factores como las horas de exposición. Por ejemplo, debemos evitar tomar el sol a las horas del mediodía, ya que es cuando la radiación directa es mucho más fuerte sobre la Tierra y produce un mayor daño. En estas horas es también cuando debemos evitar salir a hacer deporte, ya que fácilmente podemos sentir un peligroso golpe de calor.

Por otro lado, es conveniente preguntar al médico en caso de que estemos tomando algún tratamiento si podemos tomar el sol, ya que algunos de éstos son fotosensibilizantes.

Si nuestro objetivo es ponernos morenos, lo conveniente es hacerlo de forma progresiva, sin dejar de utilizar la crema protectora, con 10 minutos el primer día y aumentando despacio la exposición. Por último, hay que tener en cuenta que los productos autobronceadores y las sesiones de rayos no preparan la piel para el sol y que incluso cuando ya hemos cogido color, debemos seguir protegiéndonos adecuadamente.

Si aún habiendo seguido todos estos consejos observas algo raro o diferente en tu piel, como una herida que no recuerdas haberte producido o un nuevo lunar, acude rápido a tu médico para que lo examine.

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