5 claves para aprovechar al máximo un curso de formación profesional.

65438 (1)
  1. Elegir bien el curso según tus verdaderos intereses.

Parece obvio, pero muchas personas se apuntan a un curso profesional sin estar convencidas, bien porque se lo recomendaron, porque era el único disponible en ese momento o porque simplemente querían “hacer algo”. Pero lo cierto es que, para sacarle realmente partido a una formación profesional, lo primero es tener claro que el contenido del curso te interesa de verdad y que el sector al que se orienta podría encajar contigo a largo plazo.

Esto no significa que tengas que tener todo tu futuro planificado al milímetro, pero sí es importante que la materia te resulte atractiva, que no te dé pereza aprender sobre ella y que te veas trabajando en algo relacionado. Si te interesan, por ejemplo, los cuidados a personas mayores, un curso de atención sociosanitaria puede darte herramientas muy valiosas para dedicarte a algo que tiene mucha demanda y que además ofrece una sensación real de utilidad social. En cambio, si lo tuyo son los ordenadores, quizá lo que más te conviene es una formación relacionada con redes o mantenimiento informático, donde cada día puedas aprender algo nuevo y aplicarlo rápidamente.

Tener afinidad con la temática hace que todo sea mucho más fácil: desde prestar atención en clase hasta implicarte en las tareas o buscar prácticas relacionadas. Además, cuanto más conectes con lo que estás estudiando, mayor será tu motivación y más te implicarás, algo que no pasa desapercibido para el profesorado y que también puede abrirte puertas de cara a oportunidades posteriores.

  1. Organizar tu tiempo como si ya estuvieras trabajando.

Uno de los errores más frecuentes cuando se hace un curso de formación profesional es pensar que, como no es un trabajo remunerado, no hace falta tomárselo con el mismo nivel de compromiso. Y lo cierto es que, cuanto más te comportes como si estuvieras ya en un entorno laboral, más preparado vas a estar cuando llegue el momento de dar el salto al empleo real.

Esto pasa por establecer rutinas claras: levantarte a una hora fija, planificar el estudio diario, organizar las tareas de clase como si fueran encargos de un jefe, llegar puntual (o mejor aún, antes de tiempo) y tomarte los proyectos como si de verdad dependiera de ti que salieran bien. Esta actitud mejora tu rendimiento y, además, genera una percepción muy positiva en los tutores, quienes muchas veces son los primeros que te recomiendan cuando hay plazas para prácticas o empleos relacionados.

Tratar el curso como una especie de simulacro de trabajo también ayuda a desarrollar habilidades que no siempre están en el temario, pero que marcan un antes y un después: saber gestionar el estrés, entender qué es la productividad, cumplir con los plazos o aprender a comunicarte bien en un entorno más o menos profesional.

Por otro lado, si estás desempleado y dedicas parte de tu tiempo al curso, esto también te ayuda a mantener una estructura, evitar la desmotivación o la desgana, y sentirte útil y en movimiento, lo cual tiene un valor enorme para tu salud mental y para tu autoestima.

  1. Aprovechar cada contacto como si fuera una oportunidad.

En un curso de formación profesional no solo se aprenden conocimientos técnicos, también entras en contacto con personas que están en tu misma situación, con docentes que llevan años en el sector y, muchas veces, con profesionales invitados que comparten su experiencia desde dentro. Cada una de esas personas puede convertirse en un contacto útil si sabes observar, escuchar y mantener el interés sin resultar agobiante.

Esto no quiere decir que tengas que ir repartiendo currículums o hablando constantemente de ti. Es más bien una cuestión de actitud: participar activamente en clase, mostrar interés sincero por lo que cuentan los profesores, hacer preguntas razonables, demostrar que te importa aprender. Si haces esto con naturalidad, vas dejando una huella sin necesidad de parecer insistente.

Además, muchas veces los cursos incluyen visitas a empresas o incluso módulos prácticos que se realizan en centros de trabajo reales. Es ahí donde conviene estar más despierto que nunca, porque, aunque no lo digan abiertamente, en muchas ocasiones están evaluando si tú podrías encajar como trabajador o no. Si ven que tienes buena disposición, que eres educado, puntual y con ganas de aprender, es más fácil que te tengan en cuenta si se abre una vacante, incluso aunque todavía no tengas experiencia previa.

Los contactos también incluyen a tus compañeros de clase. Puede que ahora estéis todos aprendiendo lo mismo, pero dentro de un par de años alguno de ellos podría estar trabajando en una empresa donde tú quieras entrar, y si has mantenido una buena relación, puede que te recomiende. No se trata de ir buscando favores, se trata de construir relaciones normales, respetuosas y con un mínimo de interés común.

  1. Tener una mentalidad de crecimiento, no de perfección.

Una de las barreras más habituales en cualquier tipo de formación es el miedo a equivocarse. Hay quien empieza un curso con ganas, pero en cuanto algo se le da mal o le cuesta más de lo que esperaba, se viene abajo. Pensar que hay que hacerlo todo perfecto desde el primer día es una trampa que puede arruinar por completo tu experiencia formativa.

En lugar de eso, es más útil tener una mentalidad orientada al crecimiento. ¿Qué quiere decir esto? Básicamente, que entiendas que el curso está para aprender, no para demostrar lo bueno que eres. Que te vas a equivocar, y que eso no es un fallo, sino parte del proceso. Que puedes ir mejorando con práctica, constancia y actitud, incluso en las áreas donde al principio vas más flojo.

Si cada vez que algo no te sale como esperabas te frustras o piensas que no vales, tu progreso se frena. En cambio, si ves cada obstáculo como una oportunidad para mejorar, poco a poco vas avanzando y, casi sin darte cuenta, acabas dominando lo que al principio parecía imposible. Esto se nota especialmente en módulos prácticos como los de electricidad, cocina o programación, donde la técnica se va puliendo a medida que repites, te equivocas y corriges.

Desde Tecno Inte insisten precisamente en este tipo de enfoque para una correcta formación profesional en la que, además de los contenidos técnicos, hay que buscar reforzar la confianza y la autonomía del alumno mediante ejercicios prácticos progresivos y asesoramiento personalizado. En muchas ocasiones, esto se convierte en un punto de inflexión muy claro en el rendimiento de quienes al principio dudaban de su capacidad.

La mentalidad de crecimiento también te ayuda a mantener la motivación cuando las cosas se vuelven monótonas, y a valorar tus propios avances, aunque todavía te quede camino por recorrer. No importa lo que sabías al empezar: lo importante es cuánto has mejorado desde entonces y cómo usas ese aprendizaje para seguir construyendo tu futuro profesional.

  1. Utilizar todos los recursos que ofrece el curso, aunque no sean obligatorios.

Muchos cursos de formación profesional ofrecen recursos adicionales que, aunque no forman parte del temario obligatorio, pueden suponer un salto importante entre un aprendizaje básico y uno realmente completo. Aquí entra todo lo que va desde bibliografía recomendada, hasta herramientas online, sesiones complementarias, asesorías, vídeos prácticos, ejercicios voluntarios o incluso tutorías personalizadas.

Hay quien ignora todo esto porque piensa que, como no es obligatorio, no vale la pena invertir tiempo en ello. Pero precisamente ahí está la clave: si tú sí lo aprovechas, estás avanzando más que el resto. Además, muchas veces esos recursos extra son los que te permiten entender bien lo que al principio parecía confuso, o mejorar habilidades concretas que luego te ayudarán en un entorno laboral.

Por ejemplo, si el curso tiene acceso a una plataforma con simuladores, aunque no sea obligatorio usarlos todos los días, hacerlo por tu cuenta puede darte una soltura extra. Si hay vídeos grabados de anteriores ediciones o entrevistas con profesionales del sector, verlos te puede abrir los ojos sobre cómo funciona realmente ese mundo por dentro. Si tienes opción a tutorías individuales para resolver dudas, pedir una aunque no tengas un problema muy grande te puede ayudar a ordenar ideas y tener otra perspectiva.

Otro recurso muy valioso es la bolsa de empleo o el servicio de orientación laboral que suelen ofrecer los centros de formación profesional. Aunque estés aún en fase de estudio, puedes empezar a informarte sobre el tipo de empresas que contratan en tu sector, ver cómo son las ofertas reales, actualizar tu currículum, preparar entrevistas o incluso hacer alguna formación complementaria gratuita que se ajuste a lo que buscan.

Además, si el centro te permite participar en actividades externas, concursos, encuentros entre alumnos o visitas a ferias del sector, aprovechar todo eso multiplica tus posibilidades de aprender, hacer contactos y ganar seguridad.

En definitiva, cuanto más exprimido dejes el curso, más preparado vas a estar cuando termine. No se trata de ser el alumno perfecto, sino de implicarte con lo que te interesa, rodearte de gente que te aporte y mantenerte en movimiento, con la vista puesta en lo que quieres conseguir.

Comparte esta publicación con tus amigos