Dormir mal no siempre se debe al estrés, al móvil antes de acostarse o a la cafeína que tomaste por la tarde. A veces, la raíz del problema está literalmente en la boca. Puede sonar extraño, pero lo cierto es que muchos trastornos del sueño tienen relación directa con la salud bucodental. No es algo de lo que se hable a menudo, y es precisamente eso lo que lo hace tan interesante, ya que, detrás de una noche en vela, de un despertar con la mandíbula tensa o de un ronquido insistente, puede haber mucho más que una mala postura o una almohada inadecuada.
Bruxismo, el apretón silencioso de cada noche.
Uno de los protagonistas más frecuentes cuando se habla de descanso y salud dental es el bruxismo. Apretar o rechinar los dientes durante la noche se ha convertido en algo habitual para muchas personas, aunque en la mayoría de los casos ni siquiera lo saben. No se dan cuenta hasta que un día se despiertan con dolor en la mandíbula o empiezan a notar que sus dientes se desgastan de forma irregular. Y es que el bruxismo es silencioso, persistente y muy traicionero.
Lo más curioso es que este hábito puede alterar la calidad del sueño de una forma tan sutil que cuesta asociarlo. Si cada noche los músculos de tu cara están en tensión, si tu mandíbula trabaja mientras el resto del cuerpo intenta descansar, al día siguiente es lógico que te levantes cansado, con dolor de cabeza o con sensación de haber dormido poco, aunque hayas pasado ocho horas en la cama. A largo plazo, además, afecta directamente al estado de los dientes, provocando pequeñas fisuras, molestias al masticar e incluso sensibilidad dental.
Ronquidos y apnea del sueño.
Además del bruxismo, hay otros protagonistas igual de frecuentes que también están relacionados con la boca: los ronquidos y los episodios de apnea del sueño. En estos casos, lo que ocurre es que el aire no pasa bien por las vías respiratorias durante la noche, lo que provoca interrupciones en la respiración que el cuerpo detecta como alarmas internas. El resultado es un sueño interrumpido, poco reparador y muy dañino a largo plazo.
Aquí la salud bucodental hace mella de forma bastante directa. Algunas alteraciones en la forma de la mandíbula, en la posición de los dientes o en el paladar pueden favorecer que las vías respiratorias se estrechen o que la lengua tienda a bloquear el paso del aire cuando se está tumbado. Y lo mismo ocurre con la pérdida de piezas dentales, que puede alterar el equilibrio natural de la estructura oral, provocando adaptaciones que afectan a cómo respiramos mientras dormimos.
En estos casos, el descanso no solo es superficial, el organismo está constantemente activando mecanismos de alerta sin que nos demos cuenta. Puede traducirse en cansancio crónico, falta de concentración, irritabilidad o somnolencia durante el día, sin que la persona llegue a relacionarlo con algo que ocurre mientras duerme.
Lengua, paladar y postura mandibular.
La forma en que está estructurada la boca influye notablemente en el descanso nocturno. El tamaño y la posición del paladar, la colocación de la lengua cuando estamos relajados o incluso la alineación de la mandíbula pueden facilitar o dificultar que el aire fluya con normalidad. Hay personas que tienen el paladar estrecho y eso hace que la lengua no tenga suficiente espacio, así que tiende a retroceder y bloquear parcialmente el paso del aire. Lo mismo ocurre cuando la mandíbula inferior está retraída.
Este tipo de cuestiones anatómicas se pueden detectar con facilidad durante una revisión bucodental, sobre todo si se hace con tecnología avanzada. Según nos comentan desde Clínica Recaver, el uso de escáneres intraorales en 3D permite detectar alteraciones que, a simple vista, pasarían desapercibidas, pero que tienen una gran influencia en la calidad del descanso. Gracias a esta tecnología se puede valorar si una férula, un tratamiento de ortodoncia o una pequeña intervención pueden mejorar la estructura y, con ello, también la respiración nocturna.
Férulas y dispositivos.
Hay quienes se sorprenden cuando su dentista les propone usar una férula para dormir y descubren que mejora tanto el estado de sus dientes como también su descanso. Estos dispositivos se diseñan a medida y ayudan a mantener la mandíbula en una posición estable, evitando que los músculos se contraigan de forma involuntaria durante la noche. En los casos de bruxismo, esto alivia la presión sobre las piezas dentales y permite que la musculatura facial se relaje por fin.
También existen otros tipos de dispositivos que avanzan ligeramente la mandíbula para mantener las vías respiratorias abiertas. Este tipo de férulas se utilizan mucho en casos de apnea del sueño leve o ronquidos crónicos. Son cómodas, discretas y, en muchas ocasiones, la diferencia en la calidad del sueño se nota en cuestión de días. Lo más interesante es que este tipo de tratamiento se basa en algo tan sencillo como aprovechar la propia anatomía para que el cuerpo respire mejor sin tener que recurrir a soluciones invasivas o complicadas.
La importancia de la higiene bucal para el descanso nocturno.
Pocas veces se relaciona la rutina de limpieza dental con el sueño y, sin embargo, puede influir mucho más de lo que parece. Dormir con la boca limpia, sin restos de comida ni bacterias acumuladas, contribuye a evitar molestias durante la noche, como la inflamación de encías, el mal aliento matutino o la sequedad bucal. Pero, además, hay un factor añadido: cuando la higiene no es correcta, aumentan las probabilidades de sufrir infecciones leves y pequeños dolores que el cuerpo interpreta como una señal de alerta, dificultando el sueño profundo.
Cepillarse bien los dientes antes de acostarse, usar hilo dental y, si es necesario, un enjuague específico, debería formar parte de cualquier rutina para dormir mejor. Es un gesto sencillo, rápido y con beneficios acumulativos. Hay quienes incluso encuentran en este momento una forma de desconexión, de transición entre el día y la noche, como si preparar la boca para el descanso ayudara también a preparar la mente.
Muelas del juicio y otras molestias que no dejan dormir.
A veces el descanso se ve alterado por pequeñas molestias que uno no asocia de forma directa. Las muelas del juicio son un buen ejemplo. Cuando empiezan a empujar, incluso aunque no lleguen a salir del todo, pueden provocar dolor irradiado, presión en otras piezas dentales o inflamación en la zona mandibular. Estas molestias se acentúan durante la noche, cuando el cuerpo está en reposo y todo se percibe con más intensidad.
Lo mismo ocurre con pequeñas caries que no han dado síntomas durante el día o con infecciones leves que no se han detectado aún. El entorno oscuro y silencioso de la noche hace que cualquier incomodidad se note más. Si a eso le sumas la tensión acumulada por estrés o ansiedad, el resultado es un cóctel perfecto para dormir mal, sin saber muy bien por qué.
Ortodoncia en adultos.
Muchas personas piensan que la ortodoncia es solo cosa de adolescentes y que tiene un objetivo puramente estético. Pero lo cierto es que, al alinear los dientes y mejorar la mordida, también se optimiza la forma en la que se respira y se mastica, lo que tiene una repercusión directa sobre el descanso. Una mandíbula bien alineada se relaja mejor durante la noche, no genera tensiones innecesarias y permite una respiración más fluida.
En los últimos años ha crecido mucho el número de adultos que se plantean corregir su mordida por razones de salud, especialmente al notar que duermen peor o se despiertan con molestias mandibulares. Hoy en día existen tratamientos muy discretos, como los alineadores transparentes, que permiten llevar a cabo estas correcciones sin alterar demasiado la estética del rostro durante el proceso.
Respirar por la boca, un mal hábito que hacemos sin darnos cuenta.
Otra de las costumbres que afectan al descanso y a la salud dental al mismo tiempo es respirar por la boca. Muchas personas lo hacen sin darse cuenta, especialmente por la noche, y eso tiene consecuencias en ambos frentes. Por un lado, al no filtrar el aire por la nariz, el cuerpo se expone más a patógenos, polvo y otros agentes irritantes. Por otro, la boca permanece abierta durante horas, lo que provoca sequedad bucal, aparición de caries, infecciones de encías y mal aliento.
Además, respirar por la boca al dormir altera la postura de la lengua, contribuye al colapso de las vías respiratorias y puede agravar problemas de ronquidos o apnea. Detectarlo a tiempo es importante para poder corregirlo con tratamientos específicos o ejercicios que reeducan la respiración.
Estrés, ansiedad y salud bucodental: un círculo nada virtuoso.
Hay una conexión evidente entre la mente y la boca, sobre todo cuando el estrés entra en juego. La ansiedad tiende a manifestarse a través del cuerpo en forma de tensión, y la mandíbula es una de las zonas que más lo refleja. Apretar los dientes durante el día, rechinar mientras duermes, morderse las mejillas o los labios… Son gestos que aparecen cuando la cabeza va más rápido de lo que debería.
El problema es que esa tensión acumulada afecta a la calidad del sueño, y cuando el descanso es pobre, el nivel de estrés aumenta. Es un círculo que se retroalimenta. Por eso, muchas veces una visita al dentista puede ser el primer paso para mejorar también otros aspectos de la salud que parecían desconectados.