La tecnología que cambió mi manera de ver el sector

2149170134(1)

Tengo que reconocer que cuando miro hacia atrás y pienso en cómo trabajábamos hace unos años en el sector industrial, casi me cuesta creerlo. Antes había mucho de intuición, experiencia y, sí, también de ensayo y error.  Y la verdad es que hay que decirlo, también éramos un poco pardillos.

Hoy, en cambio, gracias a la tecnología, siento que jugamos con ventaja y que somos unos privilegiados, todo ha cambiado y en este caso creo que para mejor. Y no lo digo solo como un espectador, lo digo como alguien que vive en primera persona la transformación que han traído herramientas como las cámaras termográficas compactas, los sistemas de detección de incendios avanzados o los pirómetros especializados.

No son cosas muy técnicas, porque cuando echas un vistazo a tu alrededor, puedes comprobar que muchos de estos elementos están hoy presentes.

Haciendo de abuelo cebolleta, ese que cuenta ya sus historias. Recuerdo mis primeras experiencias con inspecciones de maquinaria. Teníamos que estar atentos a cualquier ruido extraño, a un olor sospechoso o a una vibración rara. Y la verdad es que no era fácil.

Era casi un trabajo de detective, pero con el riesgo de que si algo se nos escapaba, podía convertirse en una avería costosa o, peor aún, en un accidente.

Hoy en día todo ha cambiado, con las cámaras termográficas compactas que ofrece Ibertronix, puedo detectar un problema antes de que siquiera se manifieste a simple vista.

Estas cámaras convierten la radiación infrarroja que emiten los objetos en imágenes visuales. Dicho de otro modo para que nos entendamos todos, me permiten “ver” la temperatura y descubrir puntos calientes en motores, cuadros eléctricos o maquinarias que podrían dar problemas. Y todo esto sin tener que tocar nada, sin riesgo y con rapidez. Una gozada.

Mi primera vez

La primera vez que utilicé una cámara termográfica en un cuadro eléctrico, lo confieso, me sorprendí como un niño viendo un truco de magia. Y es que uno no está preparado para estas cosas.

Donde antes veía solo cables y componentes, de pronto aparecían zonas con colores distintos, revelando los puntos donde la temperatura se disparaba. Eso significaba que allí había algo que revisar antes de que se convirtiera en un fallo mayor.

Pienso en industrias como la del reciclaje, almacenes al aire libre o plantas energéticas, son unos lugares donde un incendio puede ser devastador y arruinarlo todo. Saber que existen sistemas capaces de adelantarse es, para mí, un alivio y también una muestra clara de cómo la tecnología salva vidas y protege recursos.

Pirómetros

Otro avance que me ha marcado son los pirómetros. Antes, medir la temperatura de ciertos materiales, como el aluminio, era un verdadero dolor de cabeza. El aluminio no se comporta como un “cuerpo gris”, y su emisividad cambia según la aleación, la oxidación o incluso la textura de la superficie. Eso hacía que las mediciones no fueran del todo fiables.

Lo bonito de todo esto es que la tecnología no se ha quedado en la industria pesada. También se aplica en construcción, donde las cámaras termográficas permiten comprobar aislamientos, detectar fugas de aire o agua y garantizar la eficiencia energética. He tenido la oportunidad de ver cómo se utilizan en edificios, y es casi como tener una radiografía de la vivienda. Y en la automoción, ni hablar: localizar problemas de temperatura en un motor nunca había sido tan rápido.

Lo que más me impresiona, sin embargo, es cómo estas herramientas también se abren camino en áreas diferentes, como pueden ser las humanas sociales. Y lo vimos durante la pandemia de COVID-19. Por ejemplo, las cámaras termográficas ayudaron a medir la temperatura del cuerpo de miles de personas en aeropuertos o estaciones, identificando posibles casos de fiebre, que era la primera prueba de que podíamos tener el bicho.

Tampoco nos podemos olvidar que sirve para encontrar personas en la oscuridad o entre escombros gracias a la visión térmica es algo que me toca especialmente, porque ahí la tecnología se convierte en esperanza. Así todo es más fácil.

Hoy, cuando alguien me pregunta cómo veo el futuro del sector, no hablo de máquinas frías ni de procesos complicados. Hablo de herramientas que nos hacen el trabajo más seguro, más preciso y, en definitiva, más humano. Porque gracias a estas innovaciones no solo evitamos errores o mejoramos la eficiencia, también protegemos vidas, cuidamos el entorno y trabajamos con más tranquilidad.

En definitiva, mi forma de ver el sector ha cambiado. Hoy siento que tengo aliados invisibles que me muestran lo que a simple vista no podría ver. Y esa, créanme, es una ventaja que marca la diferencia entre reaccionar tarde o adelantarse con inteligencia.

Comparte esta publicación con tus amigos