A partir de los 40 años se multiplican las probabilidades de sufrir un cáncer gástrico y aumenta la presencia de la bacteria Helicobacter pylori, causante de la gastritis y de la duodenitis. La endoscopia permite adelantarnos a estas dolencias antes de que aparezcan o se desarrollen.
El cuerpo humano se va desgastando con el paso del tiempo. En lo que se refiere al aparato digestivo, existen dos fechas claves para comprobar que no hay ningún problema. Al cumplir los 40 años, que los médicos internistas recomiendan hacerse una endoscopia y después de los 50 años, en la que se propone someterse a una colonoscopia.
La endoscopia es un medio de diagnóstico por imagen que permite a los médicos observar de forma directa el estado del esófago, estómago y de la primera parte del intestino delgado. Esto se puede hacer porque la sonda del endoscopio está provista de una lámpara y de una cámara que transfiere las imágenes al ordenador del médico.
La Seguridad Social puede realizar endoscopias en los hospitales. Para eso, te debe derivar tu médico de cabecera y entrar en una lista de espera, donde tienen prioridad los casos más graves. Es decir, las personas que sufren dolencias o enfermedades gástricas. En Cataluña, la lista de espera para hacerse una endoscopia ordinaria en cualquiera de sus hospitales públicos supera los 6 meses.
Esta es la razón que lleva a muchos usuarios a concertar la prueba en la sanidad privada.
Los médicos internistas de Alyan Salud, uno de los servicios de endoscopia privados más prestigiosos de la Comunidad de Madrid, con instalaciones en ciudades como Majadahonda, Torrelodones, Las Rozas y Collado Villalba, indican que la endoscopia se complementa con el reconocimiento previo. Una visita donde la entrevista personal con el paciente, para descubrir sus hábitos y condiciones de salud relacionadas con el aparato digestivo, es clave.
¿Qué es la endoscopia?
Como bien informa la web de divulgación médica Medline Plus, la endoscopia es una prueba médica que consiste en introducir una sonda flexible por la boca del paciente, que va bajando por el esófago, recorre el estómago y llega hasta el primer tramo del intestino delgado. Dejando en todo momento libre la laringe y las vías respiratorias.
La prueba la efectúa, por lo general, un médico especialista y se suele realizar con el paciente despierto, aunque se le pueden administrar analgésicos y sedantes para evitar molestias.
La endoscopia se utiliza, principalmente, para observar desde dentro el estado del aparato digestivo y de sus principales órganos, aunque no es su única aplicación.
La sonda que se emplea en esta prueba, el endoscopio, se puede equipar cuando se necesite con pequeños instrumentos como pinzas o apósitos para extirpar tumores, realizar una biopsia, o detener una hemorragia interna.
Para su uso más frecuente, el reconocimiento del aparato digestivo, el endoscopio solo utiliza una diminuta cámara de video de gran resolución y una lámpara minúscula que permite captar las imágenes.
El paciente, para someterse a la endoscopia, no necesita efectuar una preparación especial. Basta con que se presente en ayunas, que no haya comido nada sólido en las últimas 8 horas y que no haya bebido ningún líquido en las últimas 4. Para que el estómago esté completamente vacío y se pueda observar sin obstrucciones.
Si el paciente toma medicamentos que tienen efectos anticoagulantes, se suspenderá el tratamiento antes de realizar la endoscopia. Estos medicamentos se utilizan para tratar enfermedades crónicas como la diabetes, para bajar la hipertensión o para controlar enfermedades cardiacas.
La endoscopia no requiere internamiento hospitalario. A las pocas horas de someterse a la prueba, el paciente suele recibir el alta y puede regresar a su casa.
Enfermedades que se previenen con la endoscopia.
La endoscopia permite diagnosticar y detectar una amplia cantidad de enfermedades en sus primeros estadios. Incluso, alertar al médico internista sobre posibles riesgos.
Una de las enfermedades más importantes que se detectan con la endoscopia es el cáncer en el aparato digestivo. En concreto, el cáncer de estómago, el cáncer de esófago y el cáncer de colon. Las imágenes que proporciona la endoscopia es condición sine qua non para planificar una posible biopsia.
Con la endoscopia se pueden detectar úlceras en el estómago o en el intestino y diagnosticar la gastritis.
Esta prueba ayuda a diagnosticar enfermedades como el E.R.G.E. (Enfermedad por Reflujo Gastroesofágico) o la enfermedad celiaca.
También es importante para detectar enfermedades en el intestino como la enfermedad de Crohn, la diverticulitis y la duodenitis.
La enfermedad de Crohn es una enfermedad inflamatoria que suele aparecer en el comienzo del intestino delgado y que se termina extendiendo por todo el tracto intestinal. A día de hoy esta enfermedad no tiene cura, pero se puede controlar y evitar que se extienda. Entre sus primeros síntomas tenemos fiebre, dolor abdominal, cólicos y diarrea continua.
La diverticulitis es una enfermedad inflamatoria causada por bacterias que se caracteriza porque se forman bolsas en el interior del intestino que se llaman divertículos. Su síntoma más relevante es un dolor abdominal, agudo y constante, que se suele dar en el lado izquierdo del vientre. Con la endoscopia se puede detectar esta enfermedad cuando aparece en el intestino delgado.
La duodenitis, por otro lado, es una inflamación del duodeno, el primer tramo del intestino delgado. Si no se trata a tiempo puede hacerse crónica. Es producida por la acción de la bacteria Helicobacter pylori, por procesos autoinmunes y por los efectos secundarios de ciertos fármacos.
La información visual que proporciona la endoscopia es bastante concluyente, por lo que a menudo se recurre a ella para descartar enfermedades.
Una prueba segura.
La endoscopia suele despertar cierto recelo entre las personas que tienen que someterse a ella. La simple idea de que vayan a meterte una sonda por la boca y que la empujen hasta el estómago ya nos pone en alerta. Pero, lo cierto es que es una prueba bastante segura.
Para que nos hagamos una idea, según datos estadísticos, la posibilidad de sufrir un desgarro se da en una de cada 2.500 endoscopias, y cuando se analiza el duodeno, en una de cada 11.000 pruebas.
En algunos casos, la endoscopia puede ir acompañada de una biopsia, la extracción de una parte del tejido para su posterior análisis. En estas situaciones se puede dar la posibilidad de un pequeño sangrado o de una infección. Se trata de una hemorragia que se puede detener con facilidad y de una infección que se cura con antibióticos. Para aquellos casos en los que el médico percibe un alto riesgo de infección, suele recetar antibióticos preventivos al paciente antes de la prueba.
Un problema colateral que se puede dar durante la endoscopia es que el paciente muestre alguna reacción a la sedación. Como hemos indicado antes, la endoscopia se efectúa con algún tipo de sedación o anestesia. No hay una anestesia estándar para este procedimiento. El médico suministra la más apropiada en función de las características del paciente y del motivo de la prueba. Aun así, si el paciente es alérgico a cualquier tipo de anestesia, debe comunicárselo al médico antes de la prueba.
Algunos síntomas que pueden alertarnos de que la endoscopia ha tenido alguna complicación son la aparición de fiebre, dolor en el pecho, heces oscuras, dolor abdominal persistente o vómitos de color oscuro. Si percibimos estos síntomas debemos comunicárselo al médico lo antes posible. De todos modos, como hemos dicho antes, estos problemas rara vez aparecen.
Diferencias entre la endoscopia y la colonoscopia.
Como indica el endoscopista mexicano Dr. Francisco de la Vega en un artículo que publicó para el portal Top Doctors, la endoscopia y la colonoscopia son bastante diferentes entre sí en cuanto a su objeto de estudio, su procedimiento y las enfermedades que se detectan con ellas.
La endoscopia se utiliza para observar la parte superior del aparato digestivo: esófago, estómago y duodeno; mientras la endoscopia se emplea para evaluar el intestino grueso hasta llegar al íleon, lugar en el que se une el intestino delgado con el colon.
Los aparatos que se utilizan en ambos casos son distintos, aunque a los pacientes nos parezcan parecidos. Ambos son sondas dotadas de luz y de cámara. Si bien, el endoscopio se introduce por la boca, y el colonoscopio, con un tubo aún más flexible, se introduce por el ano.
Las enfermedades que nos permitirán detectar, por un procedimiento o por otro, son distintas. Si ya hemos visto como con la endoscopia se pueden descubrir úlceras o percibir una gastritis, entre otras dolencias, la colonoscopia detectará hemorragias en las vías digestivas bajas, cáncer de colon y pólipos, unas verrugas que aparecen dentro del intestino grueso y que pueden generar células cancerígenas o pre-cancerígenas.
La preparación para ambas pruebas también es distinta. Si para la endoscopia necesitamos observar un ayuno de 8 horas, para la colonoscopia se recomienda seguir una dieta liviana durante varios días antes de someterse a la prueba.
Endoscopia y colonoscopia son dos pruebas que no debemos eludir al cumplir determinada edad. Nos ayudará a tener unas mejores condiciones de salud en la segunda etapa de nuestra vida.