Los viajes previos al viaje

En ocasiones, viajar deja de ser un lujo, o algo placentero, para convertirse en el sustento de nuestra familia. El viaje, siempre visto como algo más exótico y lujoso, pasa a ser algo así como la herramienta de trabajo de una persona, que a su vez lo convierte en un paso intermedio en la vida profesional de otras. Se trata, por ejemplo, del día a día de los operarios del transporte internacional de vehículos, que hacen de su vida un viaje para que aquellos que sí están mucho más asentados en cualquier punto geográfico puedan continuar con su día a día. El presente ha dejado un mundo repleto de viajes por carretera, de transportes de mercancías y de vidas que se desarrollan entre estación de servicio, motel y la propia cabina del camión. Así es la vida del camionero, un eterno viajante que vela porque todo esté en orden y cada mercancía esté dispuesta en su lugar de venta o compra en el momento determinado. Así ocurre con todo tipo de productos, tanto de los que se compran día a día, como los productos alimenticios, los cosméticos o cualquiera que encontremos en un supermercado, como de los que se adquieren con un menor intervalo de compra, véanse, por ejemplo, los vehículos de transporte.

¿Cuántas veces nos hemos topado con uno de esos camiones repletos de coches nuevos mientras conducíamos por carretera? ¿Cuántas veces no habremos imaginado cuál sería el destino de ese conductor?, ¿dónde pasaría aquella noche?, ¿o desde qué lugar vendría? ¿En cuántas ocasiones no hemos imaginado los pueblos por los que habría pasado aquel camión para que todos esos vehículos estuviesen en esa carretera, justo delante de nosotros, en ese momento, a punto de llegar a quién sabe dónde? A punto de ser comprados y disfrutados por cualquiera de nosotros, quizás, nunca es posible saberlo, para volver a realizar un viaje de muchos kilómetros, quizás en sentido inverso.

Todas estas imaginaciones, para nada alejadas de la realidad de las rutinas del camionero, son posibles, precisamente, gracias a que este tipo de empresas siguen haciendo del confort del ciudadano (o también podríamos denominarlo “el comprador”) su ley de vida. No importa lo largo que sea el viaje, para eso están formados los trabajadores, para llevar de un punto a otro la mercancía y depositar las ilusiones (en este caso, cristalizadas en la forma de un coche u otro tipo de vehículo) en el tiempo y el lugar establecidos. ¿No lo habías pensado nunca? Seguramente el último viaje que realizaste este verano con tu coche nuevo haya sido posible gracias a que un camión llegó cargado de vehículos de ese modelo desde Alemania, Suiza o Francia. ¿Qué pasaría, pues, si no existiesen estas empresas? Esta pregunta, lanzada al viento, puede servir como guía a la hora de valorar la labor sorda y silenciosa que realizan estas empresas.

Como curiosidad, en los últimos días se ha permitido, por fin, la circulación de los denominados megacamiones, que permiten que la cantidad total de mercancía que se lleve en un solo viaje sea mucho mayor. Con esta medida, los camiones de mercancías pueden crecer en tamaño y espacio de carga hasta casi el doble de lo que había anteriormente. La permisión supone, además de un aumento del volumen de mercancías (imagina cuántos coches más pueden caber en un espacio aumentado de tal manera), una reducción del impacto medioambiental, ya que con el uso de un solo camión se puede cargar un número mayor de peso, adaptando las cargas de una forma correcta y en puntos diferentes, para equilibrar el peso que incide sobre la cabina y los ejes. La medida contribuye, en cierto modo, a aumentar la eficiencia del servicio y a economizar aún más el traslado de coches. Evidentemente, no supone el mismo coste efectuar el transporte de coches desde Alemania a España si las piezas a transportar son 5 que si los vehículos que se trasladan son 100. Es algo lógico. De esta forma, la calidad del servicio ofrecido por este tipo de empresas sigue siendo la misma, pero en cambio, la relación con el precio puede disminuir, aumentando proporcionalmente la satisfacción. Ya sabéis, no hay viaje sin previo viaje…

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