Las adicciones están a la orden del día. Cualquiera puede ser adicto a prácticamente cualquier cosa: teléfonos, alimentos, drogas, series de televisión, etc. El consumo masivo al que estamos habituados no parece llenar nuestro ser de ninguna de las maneras. De ahí, surgen las adicciones, de las carencias; de aquello que nos falta y obtenemos de otro modo que aparentemente nos reconforta, llena o satisface.
Por esa razón, siempre buscamos más. El ser humano siempre quiere más de todo. Lo normal es que aun siendo así, sufriendo ese anhelo de tener más y más de lo que sea, (cada uno tiene sus propias necesidades) el autocontrol cercene esa codicia y mantenga a raya ese impulso de continuar saciando su ser, su cuerpo o su mente.
Normalmente, los limites propios conducen a cada uno por el buen camino, sabemos ejercer ese control sobre lo que tanto nos estimula y hacer sentir bien. O incluso mal porque, en realidad, las adicciones siempre acaban pasando factura y haciendo que nos sintamos mal. Sea porque obtienes lo que quieres y sucumbes o porque no lo consigues y aparece el mal llamado mono.
De qué hablamos cuando hablamos de adicción
Para algunos de enfermedad; para otros, voluntad. Es decir, para muchos, la adicción es una enfermedad mental, un trastorno que debe ser tratado como tal. Para otros tantos, el adicto no es un enfermo, solo es una adicto. Alguien que teniendo al alcance de su mano ciertas sustancias y por voluntad propia, sucumbe.
Según la RAE adicción es la dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico. Escueto y sintetizado, para que lo entendamos.
Los profesionales de Despierta inciden en que la adicción es una enfermedad en la que se pierde el control sobre la ingesta de algunos tipos de sustancias. Esta pérdida de control, conlleva que el adicto no sea capaz de dejar el consumo de dichas sustancias por muy consciente que sea de que le causan perjuicio.
En pocas palabras, las adicciones no son buenas. Acaban por controlar la vida de quien las padece y destrozarla sin que sean capaces de reconócelo.
Qué genera la adicción
Cuando algo nos hace sentir bien y nos gusta, solemos repetir. Sea una conducta concreta, llevar a cabo una acción o ingerir algo que nos agrada, si nos reporta bienestar, repetimos. Eso es sano, saludable. Tenemos que hacer siempre lo posible por sentirnos bien con lo que hacemos o con nosotros mismos.
El problema surge, cuando esas conductas o sustancias nos hacen sentir bien de forma artificiosa y la persona aprende que con ellas, siente placer. Eso lleva a reincidir de forma repetitiva y acaba generando una dependencia.
Ciñéndonos a las adicciones generadas por la ingesta de cierto tipo de sustancias, cinco son las características que poseen para convertirse en adictivas:
- Inducen a la persona a un estado de placer y recompensa.
- Generan una neurotoxicidad reversible en la química cerebral.
- Su consumo reiterado conduce a la tolerancia.
- El cese de su consumo de forma brusca produce síndrome de abstinencia.
- Poseen la capacidad de actuar como si fuera un refuerzo positivo.
Con estas características concretas, es fácil que una sustancia convierta a una persona en un adicto si se dan las condiciones propicias para ello. Así mismo la dependencia de dichas sustancias, conlleva que el adicto cumpla con una serie de conductas que ratifiquen su adicción.
No todos los que consumen sustancias son adictos, ni tienen porque acabar siéndolos. Las estadísticas demuestran que, afortunadamente, la gran mayoría consume drogas, alcohol o sustancias adictivas sin caer en la dependencia.
Eso nos lleva a la siguiente cuestión: ¿por qué unos si y otros no?
Volvemos entonces al principio, ¿enfermedad? ¿Vicio? Honestamente, habría que contestar que depende. No se debería sentenciar a todos los adictos como enfermos o como viciosos. Al final el resultado es el mismo. Independientemente de que razón lleve a una persona a convertirse en adicta. Debe tratárseles como enfermos que requieren de una cura.
Las razones que se dan para alegar que un adicto es enfermo o no, son simplemente los factores externos. Si una persona tiene esa predisposición a engancharse a las sustancias, bien puede ser porque lo necesite o porque se lo pongan delante y lo pruebe.
Generalmente, esas etiquetas desaparecen. Se trata la adicción como enfermedad independientemente de la causalidad de la misma. El eterno debate entre la salud mental y los trastornos que genera o si son los trastornos los que generan el deterioro mental.
Sucede igual. Las adicciones enferman y las enfermedades, crean adicciones. No importa si la adicción te llega tras someterte a un tratamiento médico, algo que ocurre muy habitualmente; o si una situación concreta en la que la sustancia pasa por tu vida, esta se queda contigo y la conviertes en una prioridad.
Drogadicción, la adicción por excelencia
Con total seguridad, la adicción a las drogas es la más temida. Ese gran enemigo al alcance de la mano, tentando a todo el que se acerque. Las drogas siempre acechan al ser humano. Que adicto al poder, no tenía suficiente con las que encontraba de forma natural que ha tenido que alterarlas y crear otras nuevas con las que enriquecerse.
Este tipo de sustancias afectan directamente al cerebro, modifican el comportamiento de forma notable y genera la incapacidad de controlar su consumo. Te anulan con su poder placentero y engañoso.
Cuando se habla de drogadicción, la imagen mental es adicción a las drogas duras: cocaína, heroína, éxtasis etc. La dura realidad es que no solo se trata de este tipo de sustancias relacionadas con ambientes festivos y pasados de vuelta. Los medicamentos, son drogas, son adictivos y acaban desembocando en el consumo de otras sustancias.
Uno de los mayores problemas de engancharse a las drogas, es que siempre necesitas más y más. La tolerancia a sus efectos se traduce en la necesidad de una mayor cantidad para sentir algo. Eso, en numerosas ocasiones, conduce a la muerte.
En cualquier caso, adicciones hay de muchos tipos y aunque las adicciones comportamentales (el juego, el sexo u otros) no se contemplan en los datos epidemiológicos, se reconocen como equivalentes.
Y es que a fin de cuentas, da igual la adicción que se tenga, da igual la razón que genere esa adicción. Enfermedad o vicio, hay que evitarlas a toda costa.